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Capacho/Doormat
Papel recortado, 2013
15 peças - 65X50 cm
A 3 BANDAS
GIRLSJUSTWANTTOHAVEFUN
3 Abril – 24 Mayo 2014
Nota de Prensa
Oh daddy dear you know you're still number one. Butgirlstheywanttohavefun.
Robert Hazard, CyndiLauper
GirlsJustWantToHaveFun reúne a un pequeño grupo de artistas (mujeres y hombres) cuyo trabajo muestra una "alta densidad lúdica". Desde el placer de la construcción técnica de la obra: collages, estampaciones y otros procedimientos gráficos y textiles, manuales y repetitivos, al deleite visual de una pintura hibrida, dinámica, urgente…Recursos heterogéneos para obras que destacan los procesos creativos y la visualidad.
Álvaro González, Catarina Branco, Arancha Goyeneche, Mike Swaney, Laura López Balza y Nuria Mora reflejan en sus obras la duración de la experiencia creativa. Los procesos de fabricación, pretecnológicos, artesanales, son más o menos evidentes pero la búsqueda de unos resultados visuales poderosos confirma que, aunque todos ellos están imbuidos de la multidisciplinaridad dominante en el arte contemporáneo, no se han apartado de su fuerte raigambre pictórica. Son artistas que no solo no han perdido el contacto directo con la obra, sino que manifiestan su capacidad fáctica, constructiva, su gusto por hacer las cosas.
Son los aspectos lingüísticos de la práctica pictórica los que interesan a Álvaro González (Mérida, Venezuela, 1979) y consiguen conectar sus inquietudes historicistas con la práctica de la estampación. Un repertorio de significantes tomados de la historia del arte, de las imágenes botánicas o de los medios de comunicación que convierte su trabajo, aparentemente ornamental, en una intrincada síntesis de fragmentos compositivos entrelazados en los que se superponen tramas geométricas, recuperadas de diversas fuentes, con motivos y temas culturales o científicos: un grabado de Durero, una ramificación vegetal.
Estructuras de repetición o patrones decorativos son características de la obra de Álvaro González, aficionado a loscartouches, las orlas y otros ornamentos barrocos, que comparte con Arancha Goyeneche (Santander, 1967). Con una larga trayectoria de trabajo en los márgenes entre pintura y fotografía, Goyeneche amplia con sus imágenes la experiencia perceptiva, logrando efectos de reverberación y espejismo con la adición de fragmentos de vinilos, papeles y recortes fotográficos. Composiciones abstractas que invocan lo paisajístico, o, últimamente las imágenes que se observan con un caledoscopio, o las decoraciones del arte islámico, cintas, meandros, dibujos en zigzag, ajedrezados y estrellas, en una desenfre
nada aproximación a lo geométrico.
También, la portuguesa Catarina Branco (San Miguel, Azores, Portugal, 1974) otorga una apariencia colorida y festiva a sus obras. Branco encuentra en la utilización de las técnicas tradicionales, tales como el tejido o la cestería, vinculadas a las tradiciones femeninas azoreñas, el moto para una creación totalmente dependiente de los procesos manuales. La repetición ritual está unida, como se sabe, a la afirmación identitaria y a la integración social, los mecanismos que contribuyen al bienestar del individuo en su contexto vital.
Branco recorta sus obras en papeles de colores. El papel es un material tan cotidiano como contradictorio, su propia fragilidad constituyente consigue contradecir una objetualidad aparentemente efímera y desechable. Su frescura y proximidad nos acerca a los intrigantes objetos milhojas que realiza la artista, a veces orgánicos y florales, a veces geométricos y lineales.
El papel se transforma en material escultórico en la obra de Catarina Branco y en el trabajo de Mike Swaney (Kimberley, British Columbia, Canadá, 1978) se integra en el proceso pictórico al modo del collage histórico: un fragmento de realidad adherido a la superficie plana que vehicula un mensaje de veracidad. "Me gusta, no me gusta" es un tema recurrente en el trabajo de Swaney que se inspira en el mundo tecnológico para trasladarlo a sus pinturas de factura lowtech.
Los cambios culturales producidos por Internet son sutilmente analizados y extrapolados en pinturas que, paradójicamente recuerdan el primitivismo o el arte brut, las tradiciones plásticas de indígenas americanos, los trabajos escolares…
Volver a una pintura naif, emocional, que conecte la experiencia perceptiva individual con la naturaleza y el placer de una cierta joie de vivre es el sustento argumental de las obras de Laura López Balza (Arenas de Iguña, Cantabria, 1984). Alegría de vivir y también alegría de crear, de construir y satisfacción de la manualidad, de una reconocida habilidad en el uso expresivo de los colores.
Back tobasis, es el eslogan que parecen enarbolar las pinturas de López Balza, que recuerdan las narraciones idealizadas de los cuentos infantiles. Poblados por personajes estereotipados como los que inventa para sus retratos de rotulador, los cuentos son creadores de sistemas de valores simbólicos donde se reconoce el ser humano.
Nuria Mora (Madrid, 1974) comparte con López Balzauna afición por la papiroflexia. Mora manifiesta un gran placer en los procesos técnicos. Artista de cosas grandes: murales callejeros y ambiciosas intervenciones urbanas, y de cosas pequeñas, Mora es una experimentadora con las técnicas del grabado, una dibujante fina y una acuarelista que rastrea la belleza de los motivos florales, de los diseños donde la armonía se instala tras varias capas de deliciosos motivos.
Como una turista permanente Nuria Mora ilustraría el mundo con sus rectángulos de colores comunicados, con sus estrellas de papel, con sus flores silvestres. El mundo sería mejor y más divertido. ¡Ojalá fuera posible!
Mónica Álvarez Careaga
Santander, 2 de marzo de 2014
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